miércoles, 24 de septiembre de 2014

Homenaje a Bruzzone

Dos banfileños en el homenaje a Bruzzone
El domingo 31 de agosto se llevó a cabo un torneo en homenaje a Gustavo Bruzzone, ajedrecista desaparecido por la dictadura en Rosario en 1977. La actividad se propone vincular los derechos humanos con el juego para recordar a las víctimas de secuestro durante la dictadura militar y promover el ajedrez en la sociedad. “Es el sexto torneo que hacemos y, como hace un mes antropólogos descubrieron los restos de Gustavo en un cementerio, decidimos hacerle un homenaje particular”, explicó Pablo Mocca, responsable de Peón Vuelve, organización que impulsó el evento.
Dos ajedrecistas del CAB disputaron el evento. Guillermo Mazza con 4 puntos sobre 7 partidas, compartiendo el puesto 35/57 y Javier Lopez con 3 sobre 7 compartiendo la ubicación 87/107.
La actividad comenzó a las 15 en la sede de Unidos y Organizados, ubicado en Pueyrredón 19. Más de 140 jugadores profesionales y amateurs participaron de un torneo con sistema suizo a siete rondas. El campeón fue el MI Nahuel Díaz, quien le ganó por sistema de desempate al peruano Kevin Cori Quispe.
Al promediar el torneo hubo además un acto en homenaje a Gustavo Bruzzone, quien tenía 22 años cuando fue secuestrado en Rosario el 19 de marzo de 1977. Al momento de su desaparición militaba en la Juventud Peronista y era un talentoso ajedrecista. En julio pasado, el Equipo Argentino de Antropología Forense identificó su cuerpo. El 31 de agosto, Bruzzone hubiera cumplido 60 años.
Tomaron la palabra el diputado nacional Horacio Pietragalla; el referente de derechos humanos Julio Morresi y el MI Juan Carlos Hase, amigo y profesor de Gustavo. Además se proyectó un fragmento del documental Deporte, Desaparecidos y Dictadura, basado en el libro homónimo de Gustavo Veiga, que se refería al ajedrecista santafesino.
“Fue un evento de alegría muy emotivo, porque compañeros ajedrecistas y de militancia de Gustavo mandaron cartas en homenaje. Entendemos que es muy importante que sea reconocido en su ámbito de pertenencia”, aseguró Mocca.


sábado, 5 de abril de 2014

Gran libro para entrenadores y profesores

CÓMO ENSEÑAR AJEDREZ. El entrenamiento en ajedrez
Uwe y Ernst Bönsch
456 páginas
Formato: 170 x 240 mm
Encuadernación: cartoné
PVP: 40 euros



PAIDOTRIBO ha publicado recientemente un gran libro, del que son autores los hermanos Ernst y Uwe Bönsch. El segundo es un reputado gran maestro y el primero un prestigioso pedagogo, profesional de la enseñanza.
Advierto, desde ya, al lector, antes de cantar y contar las excelencias de esta obra, que soy parte interesada, pues tuve el honor de traducirla al castellano.
La nota de contracubierta reza así:
 
CÓMO ENSEÑAR AJEDREZ es un manual de referencia, moderno y metódico, para la instrucción en todos los niveles de ajedrez. Tanto para el que se inicia o cuenta con unos conocimientos modestos como para el jugador más avezado, el libro, desde una metodología gradual y bien estructurada, facilita el aprendizaje y la asimilación de los nuevos conceptos.
 
Una descripción modesta y ciertamente contenida, pues los méritos del texto son mucho mayores. 
El libro consta de diez extensos capítulos, minuciosamente estructurados, como corresponde al tradicional sentido germánico de la sistematización. Son éstos:
 
1. Acerca de la naturaleza del ajedrez (7 páginas)
2. Desarrollo histórico progresivo de las teorías del juego, escuelas de ajedrez y tendencias (45)
3. Enseñanza y entrenamiento metódico, concepción fundamental del ajedrez deportivo (71)
4. Programa de enseñanza e instrucción para transmitir los fundamentos técnicos con material estructurado (87)
5. Cuadro sinóptico del sistema de aperturas y variantes (25)
6. Ejercicios para instruir y entrenar (78)
7. Plan marco de entrenamiento (38)
8. Material de trabajo para pedagogos de ajedrez (49)
 9. Código ético para entrenadoras y entrenadores deportivos (3)
10. Términos especiales de ajedrez (76)
 
Están precedidos de un prólogo del profesor Hans-Jürgen Höchgrafe, director de instrucción de la Federación Alemana de Ajedrez, y un prólogo de los propios autores.
El GM Uwe Bönsch era, en el momento de publicarse el libro, el entrenador jefe y seleccionador de la Federación Alemana, mientras que Ernst Bönsch había publicado ya interesantes y lúcidos trabajos sobre la enseñanza e instrucción ajedrecísticas.
Si el contenido de los dos primeros capítulos es irreprochable y tiene un indudable interés para cualquier jugador, sea o no debutante, la verdadera fuerza de la obra radica en los seis siguientes, que responden de forma más que eficiente al proyecto de la Federación Alemana de convertir el libro en la biblia oficial para sus 1.300 entrenadores titulados.
No está mal tampoco que los Bönsch nos sirvan en bandeja un código ético, siempre conveniente en lugares y horas en que la moral y la ética no están en su punto álgido.
El último capítulo sobre léxico y vocabulario ajedrecístico incluye simbología, descripciones de mates y variantes del juego, y un útil minidiccionario inglés/español, que los participantes en torneos abiertos sin duda agradecerán.
Pero vamos a centrarnos en los capítulos estrella (3, 4, 6, 7 y 8).
Sería prolijo describir estos capítulos en una reseña que, forzosamente, ha de ser breve, pero a modo de ejemplo, me permitiré incluir una segmentación no completa del tercero:

3.1.1 Aspectos del planteamiento de problemas en la enseñanza del ajedrez
3.1.2 Principios didáctico-metodológicos para la formación en ajedrez
3.1.2.1 Principio de uniformidad en la formación y educación del ajedrecista
3.1.2.2 Principio de sistematización
3.1.2.3 Principio de comprensión
3.1.2.4 Principio de claridad
3.1.2.5 Principio de la adquisición permanente de conocimientos, y desarrollo de las capacidades y cualidades específicas para el juego
3.2. El entrenamiento en ajedrez (y aquí se nos habla del proceso de reflexión específico, de la reducción de variantes en el proceso de cálculo, incluso del proceso de pensamiento según el investigador holandés de Groot)
3.2.2.1 Orientación teórica de las formas de entrenamiento
3.2.2.2 Formas de entrenamiento y competición orientadas a la práctica (y aquí los autores señalan las diferencias entre competición y entrenamiento, distinguen el entrenamiento habitual del conveniente al acercarse el torneo, partidas de entrenamiento, formas de instrucción estratégica, desarrollo de la capacidad táctica, partidas en consulta, escuela de finales, objetivos y tareas para antes y después de la partida de competición, etc.)
3.3 Papel del entrenador/instructor en el proceso de formación ajedrecística (requerimientos de la personalidad de los profesores, tareas y actividades características, implementación de una formación ajedrecística específica, científicamente fundada, organización de actividades regulares, orientación a los jugadores jóvenes, estimular la ambición, inculcar una vida sana, perfeccionamiento constante, etc.).

El cuarto capítulo es el más extenso y contiene prácticamente un curso de ajedrez, con la novedad de que propone la creación de hojas temáticas de ejercicios y una especie de examen final que el estudiante debe superar.
El quinto capítulo es puramente descriptivo sobre el mapa de aperturas.
El sexto está totalmente volcado a ejercicios y sus correspondientes soluciones. Pero hay que decir que muy acertados, muy bien elegidos y estructurados en secciones. Por ejemplo: mates en una, mates en dos, combinaciones elementales de mate, otras combinaciones, combinaciones de tablas, combinaciones simplificadoras, estudios, problemas de matemática ajedrecística y problemas humorísticos.
El séptimo es también muy útil. El subtítulo del mismo lo dice todo: Directrices para el entrenamiento de los jugadores/as de talento en la Federación Alemana de Ajedrez. Es, por tanto, un texto de política deportiva, con excelente planificación.
El octavo, por fin, más que para el estudiante, está destinado a profesionales o personas que ejercen algún tipo de actividad deportiva (entrenadores, árbitros, instructores o monitores), pues habla de disposiciones, sistemas de juego y, por supuesto, incluye reglamentos y todo tipo de normativa.

Los mayores aciertos del libro se derivan de la enorme competencia de los autores: pedagogía, técnica e información van de la mano, expuestas con un lenguaje claro, a pesar de que, en algunos casos, los temas tratados exigen explicaciones de cierto nivel, como cuando se nos habla del funcionamiento del cerebro o de cuestiones psicológicas. Si, por último, tengo que destacar algo, me quedo con la gran calidad de los ¡979 ejercicios!, no sólo bien elegidos, sino, lo que es, al menos, igual de importante, su estructuración temática.
Nos encontramos, pues, ante un manual de altos vuelos, una auténtica summa. Un gran libro. Un libro extraordinario. Una auténtica joya.
 
(Nota extraida del blog El cubo de Rubik-Antonio Gude)
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miércoles, 5 de febrero de 2014

Las moscas se equivocan

El diario de Leontxo 7 (Extraído de Chessbase.com)

Pardo, de 18 años, 2.450 puntos de Elo, ganó ayer con negras a la gran esperanza rusa, Dánil Dúbov, de 17 y 2.614. “Él es fortísimo en cuando a profundidad de conceptos y juego posicional; de modo que he complicado mucho la partida desde la apertura. El resultado lógico hubiera sido tablas, pero él quería ganar, y me he aprovechado de ello”, me explicó modestamente el alicantino tras seis horas de lucha muy dura. Pardo es un superdotado, que logró varios éxitos en competiciones de matemáticas durante su adolescencia. Su Elo actual no es suficiente para que se le pueda recomendar el paso inmediato al profesionalismo, de modo que ha optado por una decisión muy sensata: “Estudio una carrera de doble grado, Matemáticas e Ingeniería Física; así tendré un plan B si mi progreso en ajedrez no es tan grande como me gustaría”.
Mucho más difícil es ver con claridad la decisión correcta en el caso del madrileño David Antón, actual subcampeón del mundo sub 18, con 2.557 puntos y una clara tendencia ascendente. A juzgar por la calidad y resultados mostrados hasta ahora, no es arriesgado vaticinar que pasará holgadamente de los 2.600, y parece incluso capaz de rebasar los 2.700, lo que le daría muchas probabilidades de lograr unos ingresos suficientes para una vida sin angustias. Pero, como es lógico, sus padres no lo ven claro, y le han convencido para que estudie Matemáticas. De momento, está claro que es capaz de que ambas actividades sean compatibles –la medalla de plata en el Mundial hace poco más de un mes es un clara muestra- pero también es obvio que no podrá dedicarse con la intensidad de un profesional.
En un caso como el de Antón, estando cerca de los 2.600 a los 18 años, mi consejo sería retrasar unos años (entre dos y cuatro) la entrada en la universidad a cambio de una dedicación seria y muy intensa (ocho o más horas diarias casi todos los días) a entrenar y jugar torneos, lo que permite aclarar dos incógnitas fundamentales: si el progreso deportivo es consistente y si uno se adapta a la peculiar vida de un ajedrecista profesional, con sus viajes muy frecuentes y todo lo que ello implica. Al cabo, estudiar una carrera unos años después de lo normal no tiene ningún inconveniente grave, y la vida de ajedrecista trotamundos –al menos, la de un jugador de alto nivel- también deja enseñanzas muy útiles en otros ámbitos.
Una elección quizá más equilibrada es la de Iván Salgado, de 22 años, actual campeón de España absoluto, quien estudia la carrera de Psicología por correspondencia, lo que le permite viajar mucho más que Antón o Pardo. Recientemente tomó la decisión de mudarse a Sofía para entrenar diariamente con su colega y amigo Iván Cheparínov. Además del talento necesario para llegar hasta su categoría actual (2.597 puntos), en su caso hay una capacidad de trabajo y una disciplina extraordinarias.
En el otro lado de la balanza encontramos a Irene Nicolás, actual subcampeona del mundo sub 16, cuyo enorme talento es asimismo evidente. Se sentía muy incómoda en el colegio, y ha decidido no cursar el bachillerato para dedicarse sólo al ajedrez y estudiar un módulo de Farmacia, lo que la permitirá trabajar en la que regentan sus padres en Benidorm si lo logra alcanzar la categoría requerida como jugadora para vivir de sus torneos; en el caso femenino, esa cota está, más o menos, a partir de los 2.500 puntos, y ella tiene ahora 2.249.
Paco Vallejo, también participante en Gibraltar, es un ejemplo de que esa apuesta no es tan arriesgada como puede parecer, siempre y cuando hablemos de jugadores con talento extraordinario. El menorquín, ahora con 31 años, fue subcampeón del mundo sub 10 y sub 12, y bronce sub 14, antes de ser campeón del mundo sub 18. Después empezó la carrera de Educación Física, pero la dejó enseguida. Ha estado casi siempre entre los 50 mejores del mundo desde 2002 (fue el 20º e 2011, con 2.724 puntos), y fue contratado como analista en diferentes momentos por Anand y Topálov cuando eran campeones del mundo. Nunca ha sufrido problemas económicos. En realidad, tiene talento suficiente para estar aún más arriba, pero él ha preferido no entrenar con tanta dureza y disfrutar más de la vida.
A veces, cuando veo esos programas de televisión infectos, denominados “telebasura” (permítame el lector que emplee una palabra malsonante, telemierda, en aras de una mayor precisión en el lenguaje), pienso en la enorme injusticia de que unos personajes despreciables ganen tanto dinero por airear las intimidades propias o de otros, cuando abundan los talentos para la ciencia, el arte o el ajedrez que malviven o deben trabajar en lo que no es su pasión para asegurarse el pan. Pero el mundo es como es, y no como nos gustaría que fuese.
Crónica: Leontxo García

lunes, 9 de diciembre de 2013

A propósito de Carlsen Campeón Mundial

http://www.jotdown.es/2013/11/cuando-el-ajedrez-se-convierte-en-la-estrella-del-baile/

Cuando el ajedrez se convierte en la estrella del baile

Publicado por 
Desde Chennai, India
anand_carlsen
En el mismo momento en que arranco a escribir estas líneas, unos ochenta millones de personas están siguiendo en directo, a través de televisión, la retransmisión de una partida de ajedrez. Varios cientos de millones más lo harán a través de internet o en diferido. Son cifras superlativas, perfectamente comparables a las que alcanza cada año la final de la Superbowl. El match que disputan en Chennai el ídolo local, Viswanathan Anand, y el joven prodigio Magnus Carlsen, ha sido además el primer trending topic en sus respectivos países de origen, India y Noruega. Y las más variopintas publicaciones, como Time, CosmopolitanFinancial Times o Sports Illustrated, ya le habían dedicado páginas enteras a este encuentro desde antes de que se moviera el primer peón en Chennai.
No cabe duda de que el ajedrez está lejos de ser un deporte de masas. Sin embargo, de tanto en cuando, sucede que un duelo por el campeonato mundial de ajedrez se convierte en un fenómeno global, que cautiva la atención no solo de los aficionados, sino de millones de curiosos atraídos por el halo de misterio que envuelve a este juego centenario. A ello contribuye también el particular tempo de esta competición: aunque su periodicidad varía, suele celebrarse aproximadamente cada dos años, tras un proceso de selección durísimo del que sale un único candidato. La escasez de oportunidades para ascender a esta cumbre hace más trágico cualquier error y aumenta la épica; y el periodo de espera va incrementando la expectación entre los aficionados. Es un fenómeno que solo resulta comparable al que generan los mejores duelos boxísticos o, quizá, las grandes citas en la prueba reina del atletismo, los 100 metros lisos.
Mientras que muy pocos recordarán dentro de un par de meses ese partido de la Champions League de fútbol que tan emocionante nos pareció la semana pasada, toda una generación quedó marcada por aquel duelo que disputaron Boris Spassky y Bobby Fischer en 1972. Durante ese verano, el mundo entero se detuvo a contemplar lo que sucedía alrededor de aquel tablero en Reykjavík en el que, en plena guerra fría, un americano y un soviético se medían para demostrar quién era el mejor estratega del orbe. Por todas partes, en ciudades de todo el mundo, se podía ver a aficionados reproduciendo los movimientos de las partidas que recibían a través de los periódicos o los boletines de radio; en juego estaba un título que, en cierta manera, confiere al vencedor el aura de «persona más inteligente del planeta».
Seis años más tarde, ya con Bobby Fischer desaparecido de escena, todos los focos volvieron a apuntar a un tablero cuando, en Filipinas, un enclenque muchacho llamado Anatoly Karpov tuvo que salvar la honra de su país, y de todo un sistema político, defendiendo su corona ante un disidente soviético: el veterano Viktor Korchnoi. Y ya se sabe que no hay peor enemigo que el que ha sido tu amigo: si bien el triunfo de Bobby Fischer había hecho rodar cabezas en la URSS, la posible victoria de un desertor hubiera sido mucho peor; resultaba algo inimaginable. Se había invertido demasiado en convertir a Karpov en un héroe nacional, en el paradigma de la superioridad intelectual soviética, como para echarlo a perder ahora con una derrota ante un indeseable. Fue este un duelo plagado de escándalos, sazonado por la presencia de agentes de la KGB que desataron la paranoia, con consecuencias como las acusaciones de que el bando soviético empleaba parapsicólogos para hipnotizar a Korchnoi.
Con esta pasión se seguía el ajedrez en la antigua Unión Soviética.
Con esta pasión se seguía el ajedrez en la antigua Unión Soviética.
Mediados los ochenta, surgió la que es posiblemente la mayor rivalidad en la historia del deporte. Karpov yKasparov se midieron por primera vez con el título en juego en 1984, bajo un formato que daría el triunfo al primer jugador en lograr seis victorias, no contabilizando los empates. Aunque Karpov comenzó dominando claramente a su joven e impetuoso rival, este se recompuso, y fue tal la igualdad a partir de ese momento que el duelo se eternizó, prolongándose durante seis meses de interminables empates sin que Karpov consiguiera inclinar definitivamente el pulso a su favor. Los periodistas extranjeros que se habían desplazado a Moscú a cubrir el evento se enfrentaban a dificultades con su visado, a comprensibles problemas laborales y conyugales, y alguno incluso llegó a aprender ruso en su inesperadamente larga estancia. Acosado desde múltiples flancos, el presidente de la Federación Internacional de Ajedrez tomó una decisión sin precedentes: decidió suspender el encuentro sin proclamar vencedor, apelando a la preocupación por la salud física y mental de los contendientes. Karpov, ya de por sí un alfeñique, había perdido unos nueve kilos debido a la tremenda tensión. Kasparov, con solo veintidós años y una constitución atlética, parecía más entero físicamente, pero sus ojos encendidos y pelo alborotado le hacían parecer la reencarnación del mismísimo diablo: había pasado casi medio año aferrado con las uñas al borde de un precipicio. Curiosamente, cada uno de los dos ajedrecistas pensó que la decisión le perjudicaba a él y beneficiaba a su rival, lo que encendió la mecha de una enemistad que duraría décadas enteras. Para muestra, un botón: En cierta ocasión, en una entrevista con Der Spiegel, le preguntaron a Karpov, «¿qué haría si fuese con su esposa al mejor restaurante de la ciudad, y la única mesa libre fuese la situada al lado de donde se encuentra cenando Kasparov?». La respuesta de Tolia fue inequívoca y fría como el hielo: «Puedo sobrevivir varios días sin ingerir alimento alguno».
Kasparov y Karpov se batieron en cinco encuentros por el campeonato del mundo. A lo largo de su carrera se enfrentaron en unas doscientas partidas, que suponen en total más de setecientas horas sentados el uno ante el otro con un tablero de por medio. ¿Se imagina el lector lo que puede suponer pasar setecientas horas sentado, en completo silencio, frente a la persona a la que más odias en el mundo? Su personalidad completamente antagónica, y lo parejo de sus resultados, disparó la repercusión de sus encuentros. La última partida del mundial que disputaron en Sevilla en 1987, retransmitida en directo por TVE, alcanzó una audiencia de trece millones de espectadores, un récord que tardaría mucho en caer.
El ocaso de Karpov privó al ajedrez de uno de sus mayores atractivos deportivos, aunque Kasparov, sin un rival humano a su altura, aún consiguió una enorme repercusión con sus duelos contra la computadora Deep Blue. Despojado del título de campeón del mundo en 2000 por su antiguo discípulo Vladimir Kramnik, Kasparov todavía logró mantenerse como número uno del mundo hasta 2005, año en que decidió retirarse tras dos décadas en la cumbre. Su marcha parecía dejar al ajedrez huérfano de una gran figura que consiguiera atraer el interés mediático. Pero poco antes de su retirada se había cruzado brevemente en su camino un muchachito noruego que estaba destinado a convertirse en «el nuevo Bobby Fischer» que el ajedrez necesitaba: Sven Magnus Carlsen.
Carlsen hizo a los trece años todo lo que se supone que debe hacer un niño prodigio, como dar la campanada derrotando a una leyenda del juego —Anatoly Karpov fue su primera víctima— y aparecer en la prensa bajo el apelativo de «el Mozart del ajedrez». A los dieciséis años ya era una figura consagrada que se codeaba con la elite mundial con todo desparpajo, y a los diecinueve ascendió al primer puesto del ranking internacional, posición que no ha abandonado desde entonces. Su mayor desafío desde ese momento parece ser el de batir un récord tras otro: en puntuación Elo, que mide la fuerza teórica de un ajedrecista, superó recién cumplidos los veintidós años la marca histórica que ostentaba Kasparov, lo que le acredita como el mejor jugador de ajedrez que jamás ha existido. Los 2870 puntos que exhibe ahora le dan una ventaja de casi setenta puntos sobre el segundo en ese ranking; el lector menos avezado en ajedrez quizá no entienda muy bien estas cifras, pero confíe en lo que le digo: es una barbaridad. Su superioridad es aplastante, y en determinadas posiciones juega con la perfección de una computadora.
Pero Carlsen tiene aún otro talento más, un característica intangible aparte de su habilidad para definir estrategias y calcular secuencias tácticas sobre el tablero: Es tremendamente carismático. No solo aparece en losrankings de ajedrez, sino que la revista Cosmopolitan le nombró también «uno de los cien hombres más atractivos del año 2013», y Time lo incluyó en su lista de «las cien personas más influyentes» ese mismo año. Atrae a la prensa como un imán, y no solo a la de su país, que nunca antes había contado con una figura deportiva a nivel mundial. Consigue patrocinadores privados como en los mejores tiempos de Fischer o Kasparov. Es, incluso, la imagen de una conocida marca de ropa, que luce su foto a tamaño gigante en sus tiendas por todo el mundo, junto a la de la modelo y actriz  Liv Tyler. «Así que… nuestro reportaje sobre ajedrez está recibiendo más visitas que nuestro artículo sobre las cien mejores modelos de Victoria’s Secret», comentaban sorprendidos en la cuenta de Twitter de la revista masculina British GQ.
Fotografía promocional de Magnus Carlsen.
Fotografía promocional de Magnus Carlsen.
Un par de anécdotas ilustrativas: cuando los Red Hot Chili Peppers actuaron en Rock in Rio en el año 2011, descubrieron que se hospedaban en el mismo hotel que Carlsen. Sin dudarlo un minuto, pidieron a su representante que les arreglara un encuentro con el campeón. A los pocos días, la foto de Magnus Carlsen jugando al ajedrez en su habitación de hotel con los famosos artistas ya había sido reproducida en la mitad de las publicaciones musicales del planeta. Es comprensible, a la vez que triste, que al pobre Carlsen le empezaran a llamar «el Justin Bieber del ajedrez», apodo que hace muy poca justicia con su inmenso talento. Pero sus fans tienen la culpa: al comienzo del campeonato mundial, varias de sus seguidoras noruegas se quitaron la camiseta para escribir sobre su cuerpo mensajes de apoyo que le hicieron llegar a través de Twitter. Eso sí que ha supuesto una revolución en el mundo del ajedrez.
Sin embargo, Carlsen no es el único que aporta fama y carisma en este Campeonato del Mundo. Hemos dejado para el final a su rival, el vigente campeón, Viswanathan Anand, cuyo caso recuerda un poco al del famoso fenómeno de las matemáticas Srinivasa Ramanujan: ambos son un talento único y explosivo, surgido en un lugar tan inesperado como la India. Vishy, como se le suele llamar, se convirtió en un gran reclamo para el ajedrez, por su personalidad fresca y chispeante, y por una característica peculiar: no solo destrozaba a sus rivales, sino que lo hacía sin apenas pensar, efectuando sus jugadas a una velocidad endiablada, con la misma soltura y elegancia con la que un crupier reparte cartas. Su primer gran éxito lo obtuvo en el torneo de Reggio Emilia (Italia) en 1991, cuando siendo aún un jovencito se llevó el triunfo por delante de Kasparov y Karpov.
Anand, sin embargo, se vio incapaz de superar a estos dos legendarios campeones en un match por el Campeonato del Mundo. Falló en su intento ante Kasparov en 1995, pese a haberse adelantado en el marcador. Y de nuevo se estrelló frente a Karpov, en 1998, de una manera especialmente dolorosa: las seis partidas previstas arrojaron un resultado de empate, y el título se decidió en dos partidas rápidas de desempate, que supuestamente eran la especialidad de Anand. «Algunos dicen que no gané a Kasparov en 1995 porque carezco de su “instinto asesino”. Sin embargo, no hubiera sido natural que yo jugase con la agresividad con la que lo hacía él. Un jugador tiene que llegar a campeón del mundo jugando con su propio estilo, y no con el de nadie más», me explicó en una entrevista pocos días después de obtener su primer título.
Tras estos dos intentos fallidos, Anand obtuvo su primera corona en el año 2000. Y la revalidó en 2007, 2008, 2010 y 2012, siendo además el jugador que consiguió «reunificar» el ajedrez, acabando con el cisma que había ocasionado Kasparov al crear en 1993 una organización paralela a la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE). Y un mérito añadido es que Vishy ha ganado esos cinco mundiales en diferentes formatos: el tradicional match a varias partidas con el mismo jugador (como este de Chennai), pero también en formato por eliminatorias, o por torneo, modalidades con las que la FIDE experimentó durante unos años para intentar hacer este deporte más atractivo. Hablamos por tanto, a sus cuarenta y tres años, de un verdadero coloso, al que un sexto título le otorgaría un espacio privilegiado en la historia del juego. Si Carlsen lo permite, claro está.
El «fenómeno Anand» en India es también digno de estudio. Junto con las estrellas de críquet, es el único deportista importante con el que cuenta este país de mil doscientos millones de habitantes. Es algo así como el fenómeno de Rafa Nadal o Fernando Alonso en España, pero multiplicado por treinta. «Yo soy más famoso en India que Maradona en Argentina», me comentó en una ocasión, entre divertido y avergonzado a la vez. Protagoniza multitud de anuncios televisivos, y su participación en grandes torneos obliga a reforzar la parte técnica de la retransmisión (las partidas suelen emitirse por internet, y cualquiera puede seguirlas cómodamente en directo desde un simple smartphone), para asegurarse de que los servidores aguantan la «embestida» de cientos de miles de seguidores indios, ávidos por seguir las evoluciones de su ídolo. Y en esta ocasión, por primera vez en su carrera, Anand juega en su casa, en la ciudad que lo vio crecer. Es el momento de su vida, y también probablemente el momento más importante en la historia del deporte en este inmenso país. La ceremonia de inauguración del mundial se celebró en un estadio de fútbol, y a pesar de lo largo y tedioso del acto, treinta mil espectadores aplaudieron como posesos. Una victoria de Vishy, que no parte como favorito precisamente, conllevaría varios días de fiesta, incluyendo un desfile con carrozas y elefantes, como cuando logró su primer título. Y por el contrario, una derrota supondrá una tragedia nacional; pero el duelo de los aficionados indios quizá merezca la pena si las seguidoras de Magnus vuelven a arrancarse la camiseta.
http://chennai2013.fide.com

viernes, 22 de noviembre de 2013

Ajedrez y crisis económica en España


La Asamblea de la FCE ha aprobado por una amplísima mayoría separar las licencias catalana y española, y hacer esta ultima voluntaria. La licencia española es la que da acceso a tener elo FIDE.
¿Qué jugadores necesitaran el elo FIDE en Catalunya?. Los que juegan torneos fuera de Catalunya, los que quieran participar en grupos A del Circuit Català y los que quieran participar en algún Campeonato de España.

Ningún Campeonato de Catalunya se evaluará para FIDE, porque se ha de garantizar que los que no tienen licencia española también pueden participar.

¿Qué pasará con los Opens semanales y con los grupos B de los internacionales? Previsiblemente dejaran de computarse para FIDE, porque si no muchos jugadores no podrán participar. Esto reportará colateralmente un ahorro para los organizadores que no tendrán que pagar 2 euros por jugador.

El Ajedrez catalán ha decidido cambiar de modelo de evaluar las competiciones, para afrontar la crisis económica, sin estar al albur de los aumentos detasas que decida la FEDA.

No es un modelo nuevo, es el modelo de la mayoría de países afiliados a la FIDE.  

La FCE presentara en la próxima Asamblea una revisión de la reglamentación para mejorar el elo catalán.

Los  que en internet se han dedicado a sembrar el pánico sobre esta propuesta ya tienen su respuesta  42 a favor  2 en contra.

(De www.ajedreznd.com)

viernes, 5 de abril de 2013

¿Para qué sirve un club de ajedrez?:







Este año 2013 el primer equipo de mi club, el Sant Martí de Barcelona, no ha hecho una buena temporada y hemos estado a punto de bajar a 2a División catalana, aunque en el conjunto de la entidad han ascendido tres filiales y no ha bajado ninguno.

Durante una comida un jugador del primer equipo dijo: ¿y qué si bajamos?

A todo el mundo le gusta que su club juegue en categorías muy altas, tener mucho elo y creerse un gran jugador y por eso quizás algunas federaciones no paran de crear grupos en esas categorías, debilitando todas las demás.

A diferencia de los directivos de las empresas que dependen de los resultados anuales para mantenerse en el cargo, creo que en las entidades sin ánimo de lucro que somos la mayoría de los clubs de ajedrez, se debería valorar la trayectoria de la entidad más que un hecho puntual como es el ascenso o descenso de un equipo de categoría.  

Creo que en los clubs de ajedrez o del deporte que fuera, debería ser más importante la componente social que la deportiva. Las categorías que se ganan un año se pierden al siguiente o dentro de dos porque normalmente no se puede competir con los equipos profesionales si llegas muy arriba. Una entidad con un gran abanico de actividades, que abre cada día, dónde se da clase a los niños para sacar nuevos jugadores y dónde los socios se sienten a gusto, podrá estar más arriba o más abajo en un campeonato, pero esa entidad tiene futuro.

Las que dependen del talonario o de jugadores foráneos con una mínima vida social tienen un futuro comprometido. Al menos la experiencia así lo demuestra.

El ajedrez, además de ser un juego interesante y emocionante si tienes la paciencia de dedicarle bastantes horas para aprender, lo cual va en contra de la tendencia mundial a la inmediatez, tiene un componente social clarísimo. Yo creo que cuando un niño viene a mi entidad no sólo se le enseñan unos conocimientos sobre el juego, si no también una forma de comportarse y unos valores sociales de amistad, compañerismo, respeto al rival y educación que se complementan.

Por eso creo que lo importante es estar en una entidad donde te sientas a gusto, en un grupo de buenas personas, dónde te ofrezcan actividades para aprender y al mismo tiempo en la que te puedas implicar y aportar tus conocimientos para enriquecerla.

Al cabo de los años, el haber estado en una máxima categoría se transformará en un recuerdo en la memoria de algunos socios, una copa o una foto colgada en una pared, si alguien se preocupa de colgarla.

Sólo si los socios de la entidad están cohesionados alrededor de un proyecto coherente y a largo plazo y tienen un claro objetivo social, la entidad irá prosperando en el tiempo y tendrá futuro y lógica dentro del tejido social al cual pertenecemos los clubs de ajedrez. Lo otro es pan para hoy y hambre para mañana.      

Barcelona, 20-03-13

Ricard Llerins
 
Fuente: http://ajedreznd.com/2013/llerins.html