" Y mientras estuve - todos estamos alguna vez, tarde o temprano- en el vientre de un caballo de madera esperando mi turno para degollar troyanos dormidos y luego, cuando al regreso con sangre en las uñas la vida me despobló el cielo de dioses, el ajedrez me dio respuestas, consuelo, sosiego y media docena de certezas útiles con las que ahora envejezco, leo, navego y escribo novelas. Otros van a la iglesia y yo voy al ajedrez. De puntillas, con humildad y respeto, a ver oficiar los misterios de la vida. Como quien asiste a misa.
Arturo Pérez-Reverte
Fragmento de: Sobre Niños, vida y ajedrez
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